martes, 29 de enero de 2013

Hacer una cura termal





El fuerte retorno de las medicinas suaves también beneficia al termalismo. ¡Y es que en España hay más de 100 establecimientos termales! Además, ahora existe la opción de elegir entre estancia médica y de placer. Explicaciones a continuación.


¿Qués es el termalismo?
Desde la antigüedad, el termalismo constituye una terapia natural que utiliza como únicos coadyuvantes los diferentes componentes del agua mineral de fuente no tratada.
En los establecimientos termales se practican diferentes cuidados: duchas, baños, aplicación de barro, kinesiterapia, pulverizaciones, aerosolterapia, inhalación, cura de bebida...
Contrariamente a la talasoterapia, esta terapia está científicamente reconocida y validada por la Organización Mundial de la Salud y la Academia de Medicina.
No química, no agresiva y sin efectos secundarios, una cura termal está dirigida a todo el mundo, sin distinción de edad.

¿Qué cura?
El termalismo se recomienda para el tratamiento de enfermedades crónicas, particularmente cuando el tratamiento médico es insuficiente para aliviar al paciente o cuando es demasiado difícil de aguantar.
La administración de la salud clasifica los tratamientos y los cuidados aceptados y convencionales en 12 orientaciones terapéuticas, en función de la especificidad de las aguas:
- Reumatología y secuelas de traumatismos osteoarticulares.
- Vías respiratorias.
- Flebología.
- Dermatología.
- Enfermedades del aparato digestivo y metabólicas.
- Enfermedades del aparato urinario y metabólicas.
- Enfermedades cardio-arteriales.
- Afecciones psicosomáticas.
- Neurología.
- Ginecología.
- Afecciones de las mucosas bucolinguales.
- Trastornos del desarrollo del niño.

Los beneficios
La medicina termal posee muchos efectos beneficiosos asociados:
- Reducción de los dolores. Una cura actúa de modo eficaz sobre numerosas patologías (alergias, asma, artrosis, reumatismos, estados depresivos, problemas venosos...).
- Reducción del consumo de medicamentos. Utilizada como complemento de tratamientos clásicos, el termalismo constituye una alternativa a la absorción de medicamentos.
- Mayor bienestar psicológico. Una cura termal tiene la ventaja de sacar a los enfermos de su contexto habitual y, por lo tanto, de actuar sobre su calidad de vida y su psiquismo.
- Mejora de la higiene de vida. En el transcurso de su cura, el paciente aprende a vivir con su enfermedad y a controlarla de manera autónoma.

Cura termal, modo de empleo
- En España no está cubierto por la seguridad social, pero en Francia, la cura termal está prescrita por el médico de cabecera, que escoge la estación termal que mejor se adapta a las necesidades del paciente (composición de las aguas, clima...). Esta prescripción es indispensable para que corra a cargo de la Seguridad Social. Son necesarias tres semanas de cura para que las aguas puedan ejercer sus efectos: a partir de ese tiempo, ya no corre a cargo de la Seguridad Social.
- Antes de empezar la cura, el paciente visita al médico termal, que prescribe y explica las curas específicas (internas y externas) que se le van a practicar.
- En el transcurso de la cura, el paciente recibirá diferentes cuidados al día, según las orientaciones y la patología. Estos cuidados son realizados por personal cualificado: hidroterapeutas, kinesiterapeutas, enfermeros...
- A la mitad y al final de la cura, el paciente visita de nuevo al médico termal y, 1 o 2 meses después de acabar la cura, una consulta con el médico de cabecera permite concretar la evolución de la patología.

Nuevas orientaciones
Más allá de las utilizaciones médicas y terapéuticas, los establecimientos termales desarrollan un termalismo de placer. Proponen curas de recuperación de la forma, bienestar, adelgazamiento o incluso antiestrés. La duración de estas estancias no médicas varía entre 3 y 6 días.
Un nuevo concepto ha visto la luz estos últimos años: el termoludismo. Integrados en los establecimientos termales, los centros termolúdicos son espacios de bienestar con piscinas, circuitos acuáticos, hammams, jacuzzis...


lunes, 24 de septiembre de 2012

viernes, 17 de septiembre de 2010

HISTORIA DE LA TERAPETUCA

CULTURA | FELIPE PIGNA, HISTORIADOR "La Historia es terapéutica: trabaja con el pasado para mejorar el presente" Sostiene que en la Historia no hay destino y que nunca se repite, sino que continúa. Andrés Hax ahax@clarin.com Su último libro, Los mitos de la Historia argentina (Norma) —que cubre el período desde el descubrimiento de América hasta la Independencia— vendió más de 100.000 ejemplares. Un segundo volumen, Mitos Dos. De San Martín al Centenario (Planeta), será presentado a fines de febrero en Mar del Plata y Pinamar por su nueva editorial. Y para el fin de año ya está programada la edición del tercer volumen con el cual terminará cubriendo hasta lo que considera el último "mito" argentino: la convertibilidad. La charla con Felipe Pigna en su departamento de Caballito concluye con la siguiente reflexión del historiador: "La Historia tiene una utilidad terapéutica. Creo que hay dos profesiones muy parecidas, que son la de psicoanalista y la de historiador. Ambos trabajan con el pasado para mejorar el presente." Quizá una de las claves del éxito del primer libro de la serie sea su sentido del humor. Por ejemplo, el capítulo sobre la Revolución de Mayo comienza: "Uno podría preguntarse con todo derecho: ¿La Revolución de Mayo fue un acto económico, un acto político, un acto militar? Y responderse: no, fue un acto escolar". Como en el caso del cineasta Michael Moore, este estilo insistentemente irónico aleja a tanta gente como la que atrae. Pigna dice: "A mí me gusta escribir como hablo —por supuesto, con la belleza que tiene el escribir— y soy un apasionado del humor, aunque mi libro no es humorístico. Pero esos guiños no tienen un sentido demagógico, en absoluto, sino que invitan al lector a participar en lo que se cuenta". Responde a sus críticos: —Acercar la historia a la gente es una preocupación para mí, porque siento que cada vez se la alejan más. Yo vengo haciendo historia hace 20 años. Quizá algunos de mis críticos no conoce toda mi obra y toma este último libro y despectivamente lo llaman "divulgación". Pero la divulgación hay que saber hacerla, no es fácil. Cuando uno logra una llegada, este tipo de gente que está acostumbrada a los círculos minoritarios se pone nerviosa. —Varios libros de Historia —los de Jorge Lanata y Pacho O''Donnell, específicamente— han encabezado la lista de los best-séllers locales. ¿Se siente parte de una nueva tendencia histórica? —No se puede inventar una corriente histórica a partir de la venta. Es como si yo dijera que la Biblia y las obras completas de Freud por ser best-séllers históricos son lo mismo. Compartimos con Pancho y con Jorge la voluntad de difundir la Historia, cada uno con enfoques y estilos diferentes. Pero me parece que no hay por qué agruparnos. —¿Qué es lo que atrajo a tantos lectores de su libro y qué otras lecturas recomendaría sobre la Historia argentina? —Me parece que tiene la virtud de que la gente le tome el gusto a la Historia. Es como el ingreso a la Historia para mucha gente. Para muchos chicos ha sido el primer libro que han leído completo. Me parece que hay un libro muy interesante de un historiador inglés, David Rock, llamado Historia de la Argentina 1516-1987, que es un manual muy completo, muy bien escrito. También creo que es recomendable la obra de José Luis Romero, especialmente su Breve historia de la Argentina. —Conocer la Historia es fundamental para comprender el presente. ¿Hay algo que la mirada histórica pueda aportar a la tragedia de República Cromañón? —República Cromañón es un poco cierta Argentina —no me gusta generalizar—. Un país donde nos vamos acostumbrando a que el Estado es corrupto por definición y donde por unos pesos se puede habilitar una trampa mortal y toda la red arriba que posibilita eso habla un poco de nosotros. Pero estoy en contra del fatalismo. Que Buenos Aires ha sido corrupto en el siglo XVII y hoy lo sea no es un elemento de fatalidad sino de continuidad histórica. Si yo no cambio las condiciones de distribución de poder y riqueza, las consecuencias van a ser las mismas porque las causas son las mismas. Para mí hay que señalar elementos de continuidad y desechar la idea del sentido común de que la Historia se repite. La Historia nunca se repite. La historia para mí continúa. —¿Es posible la esperanza dentro de ese contexto? —Yo recorro toda la Argentina y veo que este es un país realmente maravilloso; que tiene un pueblo en líneas generales sumamente laburante, pensante. Cuando uno va al pueblito más chico de Argentina está su grupo de teatro, su grupo de arte, su escuela de música. Veo que la gente siempre supera, en capacidad y en voluntad, a los gobiernos. Siempre está un paso delante. —Y soluciones políticas... —Para mí la solución pasa por la autogestión y el control. Hay experiencias en este momento en la Argentina muy, muy interesantes. Como por ejemplo el caso de Ushuaia, donde se está aplicando el presupuesto participativo. Entonces la gente participa en el diseño y el cumplimiento del presupuesto. Y esto quiere decir que la gente está encima de los políticos, como hay que estar.